viernes, 13 de junio de 2008

Coreografia

COREOGRAFÍA
Se compone la coreografía del sanjuanero, creada por la bailarina y folclorista Inés García de Duran, por alla en 1960, de tres pasos fundamentales, que en la tesis del Maestro Jacinto Jaramillo, se corresponden con los básicos del bambuco tradicional del Huila: el caminado, bambuqueado y contradanza; de ocho figuras básicas o de obligación y de cinco o más figuras de adorno, los cuales describiremos someramente a continuación:
LA INVITACION.- El varón, se acerca con paso largo y caminado desde el centro de la tarima, el sombrero sobre el pecho en señal de respeto, toma a su pareja, quien le espera muy maja y compuesta en una pose caracterizada por la falda de gala abierta y exhibida en todo su esplendor, el cuerpo ligeramente inclinado hacia atrás mediante un quiebre particular de la cintura y con pasos cortos la conduce dando la vuelta al tablado; luego de haber permitido a los asistentes apreciar su porte. inician la segunda fase de la planimetría.
LOS OCHOS.- Esta figura, tomada de los pasos del bambuco tradicional, adopta dos formas fundamentales. La primera consistente en que con paso caminado de bambuco, sin darse la espalda trazan dos círculos que se encuentran en el centro del escenario, conformando la figura del numero ocho y la segunda en que partiendo del centro los bailarines describen cada uno de ellos ochos completos que se superponen.
LOS COQUETEOS.- Consiste en la escenificación de una velada propuesta amorosa que es rechazada por la bailarina, con una mímica de miradas burlonas, ligeramente agachada, el pie izquierdo al frente, discretos levantamientos de la falda hasta la altura de la pantorrilla, uso como elemento de juego, del sombrero que quita de la cabeza del parejo para ocultar los rostros en un supuesto beso; luego triunfante, levantándolo, lo muestra a los circunstantes y ejecuta con quiebre gracioso de cintura, un pausado giro, durante el cual lo pasa bajo la barbilla de su compañero, para luego cariñosamente colocárselo nuevamente y mientras toma por un extremo el pañuelo raboegallo que el bailarín lleva al cuello y ahora sujeta por la punta opuesta, quedan los dos después de un medio giro, frente a frente, terminando con uno o dos cruzamientos alternados bajo el pañuelo tenso.

LA ARRODILLADA.- El parejo pone una rodilla en tierra y ella con suavidad , sin soltar ninguno de los dos los extremos del pañuelo, ondea la falda mientras en punta de pies con paso similar al de la contradanza le da una vuelta, inclinándose hacia el varón y hacia el público alternativamente, durante ocho compases el ultimo de los cuales culmina en un giro y acercamiento de rostros, en simulacro de un beso. El bailarín se pone de pie y los dos se cruzan tomados de sus puntas del pañuelo y avanzan bambuqueando mientras ella se lo envuelve alrededor de la cintura en dos o tres giros.

LA LEVANTADA DEL PIE.- En paso de "Tresillo" consistente en tres compases bambuqueados seguidos de otro en el cual los dos al tiempo y ella con quiebre de cintura y cierre completo o medio de la falda, saltan levantando el píe derecho con la punta curvada hacia abajo para destacar la línea del empeine. En la levantada doble, se repite la figura anterior, con levantadas alternativas tanto del pié derecho como de] izquierdo hasta la cuenta de siete u ocho compases. En el último durante un giro rápido ella le quita a su compañero el sombrero y huye hasta el extremo del escenario, quedando los dos frente a frente.





LA ARRASTRADA DEL ALA.- Avanzan hasta el centro del área. Ella se detiene y cubriéndose el rostro con el sombrero, se contonea con gracia y luego lo arroja al suelo de tal manera que quede bocabajo, retrocede en pasos largos y alternados iniciados con el pie derecho para regresar y colocando la punta del pie sobre el ala, en la primera ocasión lo pica para en la segunda atraerlo hacia si, tres veces mientras el parejo con pasos similares, retorna y hace el ademán de querer recogerlo. La bailarina retrocede para iniciar con el parejo un ocho en cuyo centro levanta el sombrero del piso.

EL SECRETO.- En paso caminado, lado a lado y rutina de Bambuco, se cubren los dos el rostro con el sombrero que ella sostiene por la copa con una postura especial de la mano derecha. El le murmura al oído. Asombrada ella de la audacia de lo propuesto, le rechaza separándose en un ágil y largo paso y muestra de la pantorrilla con gesto burlón, seguido de un signo de negación con el índice de la mano derecha, mientras con la mano izquierda se golpea el codo en ademán de refuerzo para su decisión, los ojos muy abiertos y asombrados. El juego continúa con adornos de pareja consistentes para él en pasos con el raboegallo que toma de los hombros para, sujeto por una punta, intentar acariciar el rostro de la dama quien en esos momentos huye bambuqueando. Al alcanzarla tensa el raboegallo entre las dos manos levantadas sobre la cabeza, para que ella con loe brazos alzados sin detenerse en su paseo, se sujete también de la tela, lo baje hacia adelante hasta la altura de su propia cintura, para separarse cada uno tomado por un extremo y con giros convergentes, enrollarse los dos y realizar un picado simultaneo con el pie derecho.

SALIDA FINAL.- Los interpretes se desplazan unidos por la cintura y con la mano libre toman los extremos del raboegallo hamaqueándolo hacia adelante sobre sus cabezas en una vuelta completa al escenario, que bien calculada termina con el último compás de la música, colocados los cerca del frente de la tarima, los dos sonrientes y satisfechos, de cara al público.

FIGURAS DE ADORNO.

Consisten en acciones que de acuerdo al gusto de la pareja, enriquecen visualmente la ejecución y significancia de la coreografía. Estas son algunas de ellas.
EL PAÑUELITO.
Ella toma de la pretina de la falda, en ocasiones de su escote, un fino pañuelo de encaje que durante la perseguida, lanza al aire, para que el, demostrando su habilidad, lo rescate en el aire, lo huela para percibir su perfume y sin dejar de bailar, luego se lo coloque a la vista, en el cinturón.
PICADOS BAJO EL SOMBRERO.
Se puede tomar el sombrero entre los dos por el ala, y luego, cara a cara realizar tres picados, durante los cuales se fingen intentos de robar besos, para después continuar con la danza.

LOS CODOS Y PICADOS Al enrollarse ella en el pañuelo, quedan uno al lado del otro, pero mirando en direcciones contrarias. Saltan y ejecutan picados como los del arrastrada del ala, mientras mantienen cada cual la mano derecha en alto, en la cual lleva el su sombrero.

Indumentaria

ELLA.- El diseño del vestuario femenino para el baile del sanjuanero, data de 1960, cuando fuese adoptado durante una serie de reuniones del comité de las fiestas del San Pedro, que encabezaba por ese entonces el médico y coplero repentista Miguel Barreto, por las gemelas Alicia y Elvira Ferro. Originalmente elaborado en telas de bajo costo y con hechura muy sencilla, evolucionó en las manos preciosistas de Raquel Castro de Vanegas, Olga Vanegas de Arce, Judith Vanegas de Martínez y Pina Vanegas de Torres, hasta convertirse en una obra artística que ha merecido varios premios internacionales.

BLUSA.- en tela blanca de algodón, ajustada al talle; de escote en bandeja, el borde ornado con millaré de lentejuelas y arandela con amplios encajes; mangas a la altura del codo, ornamentadas con randa, arandelas y encajes similares a los del escote, cierre posterior, en el cual la cremallera corre de arriba abajo, para dar mejor ajuste en talle y cintura.


LA FALDA.- en satén de cualquier color, de altura a media pierna, rotonda, con más de un plato completo de vuelo, tiene en el ruedo, una arandela, sencilla o doble, del mismo ornamento en encaje blanco que el escote y mangas de la blusa. El diseño reserva una tabla sin decoración en la parte frontal, enmarcada en dos franjas de millaré, que van desde la pretina de tres dedos de ancho hasta una cuarta del ruedo, y se prolongan paralelamente al mismo, hasta dar la vuelta completa. A la falda. En el espacio enmarcado por las franjas de lentejuelas, entre la cintura y aproximadamente 15 centímetros del ruedo, se pinta un fondo en óleo, con follaje de plantas de la flora regional, al cual se aplican hasta ocho ramos de flores troqueladas y relievadas en seda, de colores degradé armonizantes con el tono de la falda, que puede incluir, en las más recientes propuestas, telas en colores como el plata y el cobre, con algún mínimo efecto de tornasol.


LA ENAGUA.- Mal llamada entre bailarines jóvenes, pollerín, por su parecido en cuanto anchura se refiere a los fondos amplios que se usan en la costa norte bajo las faldas de bailar bullerengue, es confeccionada en tela de algodón, liviana y engomada, con pretina ancha que se prolonga en dos tiras, que sirven para atarla y adaptarla a la talla de cintura de la bailarina. Tiene tres vuelos que crecen de diámetro progresivamente, desde el primero pegado a la pretina, que va al cuerpo, otro mucho mas amplio en la altura media y el tercero hasta el borde inferior, en donde es tan amplia como la falda a la cual da volumen. En los modelos mejor confeccionados lleva adherida al ruedo, tanto una reata de plástico semirígido, para obtener que se mantenga firme, como una arandela prensada con más o menos seis metros de tul, que dan fondo y fluidez a los encajes de la falda, que ondulan con cada movimiento de la cintura, durante el baile.


EL TOCADO.- Arreglo de flores artificiales troqueladas en seda, en armonía con las que adornan la falda. En un principio se colocaba sobre un lado de la cabeza. Los peinadores y maquilladores, llegaron a determinar que el cabello recogido hacia atrás, en ocasiones partido a la mitad, con el rostro totalmente descubierto daban imagen de juventud franqueza y sencillez y decidieron colocar el tocado cada vez más rico, atrás y arriba, con notoria ganancia de elegancia y vistosidad, que además permite comodidad para colocar la diadema en las coronaciones.

EL.- Se atribuye la indumentaria del varón, a los recuerdos de aportantes como Miguel Barreto López, los hermanos Alfonso e Ignacio Solano y José Antonio Cuellar, “Rumichaca”, sobre los usos populares de la ropa usada en los días festivos, por las comunidades campesinas.




EL SOMBRERO que incluía el diseño inicial, era suaceño, de iraca blanca, tafilete de cuero y cinta tejida en el mismo material, hoy en uso, pero que paulatinamente esta siendo reemplazado por el de pindo, de cintas trenzadas y posteriormente cosido a máquina, con tafilete de hule o cordobán y cinta de falla en color negro. Está muy en boga un modelo creado por artesanos de Palermo, cuya copa cilíndrica tiene en la parte superior unas ondulaciones concéntricas y un espacio adaptado como guía, para facilitar su agarre en las posiciones que impone la coreográfía, por ejemplo en el momento de recoger el sombrero, luego de la figura denominada el arrastre del ala.

LA CAMISA, tomó como referencia algunas fotografías de principios del siglo XX. De cuello abierto y sin puntas, para facilitar el uso del pañuelo raboegallo. abotonadura central, manga larga, ancha y de puño sencillo, tiene pechera con pliegues finos, arandela angosta que la bordea, si bien puede pueden aplicarse, cintas, millarés o randas, trenzados en hilos metálicos y bordados, con una gran libertad creativa para los confeccionistas. Los colores usuales son el blanco o el crudo, en algodón de limpieza impecable.



EL PAÑUELO RABOEGALLO, de forma triangular en satén de color rojo, cuyas utilidades iniciales, eran proteger la nuca de los rayos solares y el cuello de la camisa contra el sudor en el laboreo de las tareas del agro, o envolver el avío para la segundilla, se ata mediante un anillo de oro regalado por la mujer amada, con un nudo especial que asegura la joya, o lo enlazan en nudo sencillo, los no comprometidos. Ha aumentado paulatinamente su tamaño para permitir las enrolladas de cintura, y el manejo de los giros de la bailarina en la arrodillada, o los hamaqueos en la salida final.



EL CINTURÓN, de tres hebillas, elaborado en doble capa de cuero grueso, en color natural o café, bordado en tres hilos de cañamo blanco o de color, con trazados ornamentales de la tradición de los talabarteros huilenses, tiene entre 10 y 12 centímetros de ancho. Está dotado de faltriqueras con tapa y broche para guardar la calderilla o moneda suelta, y correas con hebilla, sobre el lado izquierdo, destinadas a atar la chapuza o vaina tricolor en que se carga el machete o peinilla, o la navaja de trabajo. Originalmente, fue usado por los ganaderos, y pesadores en las haciendas, para protegerse en los esfuerzos al alzar cargas muy pesadas o evitar heridas con la cornamenta de las reses. Existen modelos más complicados en su apariencia, por ejemplo aquellos que usan una zona central con tres hebillas a cada lado, que une los dos extremos del cinturón, pero la norma aconsejable es la de la sencillez.



EL PONCHO.- En sus orígenes pariente de la ruana, en tierra caliente más pequeño, de tejido con trama y urdimbre gruesa de fondo blanco, crudo o azul celeste, de un solo tono o entretejidos algunos hilos o franjas de color, flecos sacados de la misma fibra con unos seis centímetros de largo, en el vestuario de los bailarines y hacendados, se hace cada vez más lujoso, en ocasiones bordado con emblemas, escudos locales, o temas equinos y ganaderos. Vestido debe llegar a unos 10 centímetros por debajo de la pretina del pantalón. Doblado, se usa sobre el hombro izquierdo y durante el baile, los parejos más expertos, lo cuelgan del cinturón, sobre la cara frontal del muslo izquierdo.



EL PANTALÓN, de prenses en la cintura, liso o con sobrebota, en colores blanco, crudo, o mas usualmente en telas negra café, o preferentemente rayas amplias de los mismos colores, en dril samacá.

Historia

El Sanjuanero, genial aporte al acervo melódico nacional, del compositor huilense Anselmo Durán plazas, al cual convirtiéndolo en una modalidad independiente en los ritmos colombianos siguieron muchos compositores regionales, es un bambuco diferente a los bambucos de ventana de los paisas, los de chirimía del Cauca, Chocó o Nariño. Tiene familiaridades con el Bambuco Fiestero acostumbrado en todo el Tolima grande, pero se distingue de él, por sus modos rítmicos y efectos percusivos procedentes del Rajaleñas.



Como baile, romántico, aéreo, cargado de emociones, es una escenificación del proceso de conquista de la bailarina, por un enamorado galante, orgulloso de su porte y cortés. En su ejecución, desde cuando fuera creado como coreografía y argumento amoroso por Inés García de Durán, quien combinó elementos de bambuco tradicional y de la danza clásica, se han distinguido figuras que dejaron recuerdo imborrable de su paso por los escenarios de la fiesta huilense, como los bailarines Cesar Marino Andrade, quien ya celebra sus Sampedros en el Cielo y merece comentario aparte; Vicente Huergo, Edgar Valenzuela “Chacatán”, Jairo Sánchez, Tony Arbeláez, el inolvidable Marlio Rojas, Ramiro Ramos, a quienes han seguido en su imperio, nombres como los de Arlex y James Amézquita o Alberto Varón. Uno de los mejores bailarines de la historia del Sanjuanero, fue en sus primeros años, un caballero de gran ingnio, inmensa simpatía, cortés y amante de las cosas de esta tierra: César Marino Andrade, en honor de quien fue organizado por la Secretaría Departamental de Cultura, uno de los encuentros departamentales de Danza.


Su estilo, aéreo, depurado y varonil, daba fuerza e interés a la propuesta de conquista galante, que cuenta como historia poética y hermosa, la coreografía originaria de Inés García. Durante muchos años, su sanjuanero fue considerado de una maestría impecable y difícil de igualar, e influyó notoriamente en los estilos personales de bailarines considerados también como leyendas, casos los de Tony Arbeláez, hoy uno de los escenógrafos y diseñadores de carrozas del festival, Vicente Huergo, Jairo Sánchez o José María “Chepe” Falla.


Han aportado por su estudio leves transformaciones estilísticas y mejoramientos de técnica, Raquel Ercole, quien logra una ejecución aérea y elegante si lo recordamos bien, en una película costumbrista de Los Tolimenses, que llevaba por título “Y la Novia Dijo” y el coreógrafo Humberto Garzón Casas, quien trabajará su primera danza con la misma Raquel y cuyos estudios de movimiento, dieron como producto ese sanjuanero cargado de poesía y expresión dramática, que puso a aplaudir de pie al público del Coliseo Alvaro Sánchez Silva, cuando se lo mostró a modo de propuesta expresiva, a mediados de la década de los noventa, en interpretación de una pareja integrada por Leidy Yurena Gómez, quien llegaría en 1999 a ser Reina Departamental del Bambuco y Diego Narváez, ,jóvenes danzarines de su escuela, con el fondo de Cuando Retumban las Tamboras, de José Miller Trujillo, en arreglo de Juan Pablo Vanegas.


Un interesante trabajo documental sobre sanjuanero, basado en entrevistas a bailarines y coreógrafos, investigación dedicada y seria es el texto Génesis y Evolución del Sanjuanero Huilense, escrito recientemente por Alvaro Trujillo Cuenca, con quien compartimos, algunos puntos de vista.