viernes, 13 de junio de 2008

Indumentaria

ELLA.- El diseño del vestuario femenino para el baile del sanjuanero, data de 1960, cuando fuese adoptado durante una serie de reuniones del comité de las fiestas del San Pedro, que encabezaba por ese entonces el médico y coplero repentista Miguel Barreto, por las gemelas Alicia y Elvira Ferro. Originalmente elaborado en telas de bajo costo y con hechura muy sencilla, evolucionó en las manos preciosistas de Raquel Castro de Vanegas, Olga Vanegas de Arce, Judith Vanegas de Martínez y Pina Vanegas de Torres, hasta convertirse en una obra artística que ha merecido varios premios internacionales.

BLUSA.- en tela blanca de algodón, ajustada al talle; de escote en bandeja, el borde ornado con millaré de lentejuelas y arandela con amplios encajes; mangas a la altura del codo, ornamentadas con randa, arandelas y encajes similares a los del escote, cierre posterior, en el cual la cremallera corre de arriba abajo, para dar mejor ajuste en talle y cintura.


LA FALDA.- en satén de cualquier color, de altura a media pierna, rotonda, con más de un plato completo de vuelo, tiene en el ruedo, una arandela, sencilla o doble, del mismo ornamento en encaje blanco que el escote y mangas de la blusa. El diseño reserva una tabla sin decoración en la parte frontal, enmarcada en dos franjas de millaré, que van desde la pretina de tres dedos de ancho hasta una cuarta del ruedo, y se prolongan paralelamente al mismo, hasta dar la vuelta completa. A la falda. En el espacio enmarcado por las franjas de lentejuelas, entre la cintura y aproximadamente 15 centímetros del ruedo, se pinta un fondo en óleo, con follaje de plantas de la flora regional, al cual se aplican hasta ocho ramos de flores troqueladas y relievadas en seda, de colores degradé armonizantes con el tono de la falda, que puede incluir, en las más recientes propuestas, telas en colores como el plata y el cobre, con algún mínimo efecto de tornasol.


LA ENAGUA.- Mal llamada entre bailarines jóvenes, pollerín, por su parecido en cuanto anchura se refiere a los fondos amplios que se usan en la costa norte bajo las faldas de bailar bullerengue, es confeccionada en tela de algodón, liviana y engomada, con pretina ancha que se prolonga en dos tiras, que sirven para atarla y adaptarla a la talla de cintura de la bailarina. Tiene tres vuelos que crecen de diámetro progresivamente, desde el primero pegado a la pretina, que va al cuerpo, otro mucho mas amplio en la altura media y el tercero hasta el borde inferior, en donde es tan amplia como la falda a la cual da volumen. En los modelos mejor confeccionados lleva adherida al ruedo, tanto una reata de plástico semirígido, para obtener que se mantenga firme, como una arandela prensada con más o menos seis metros de tul, que dan fondo y fluidez a los encajes de la falda, que ondulan con cada movimiento de la cintura, durante el baile.


EL TOCADO.- Arreglo de flores artificiales troqueladas en seda, en armonía con las que adornan la falda. En un principio se colocaba sobre un lado de la cabeza. Los peinadores y maquilladores, llegaron a determinar que el cabello recogido hacia atrás, en ocasiones partido a la mitad, con el rostro totalmente descubierto daban imagen de juventud franqueza y sencillez y decidieron colocar el tocado cada vez más rico, atrás y arriba, con notoria ganancia de elegancia y vistosidad, que además permite comodidad para colocar la diadema en las coronaciones.

EL.- Se atribuye la indumentaria del varón, a los recuerdos de aportantes como Miguel Barreto López, los hermanos Alfonso e Ignacio Solano y José Antonio Cuellar, “Rumichaca”, sobre los usos populares de la ropa usada en los días festivos, por las comunidades campesinas.




EL SOMBRERO que incluía el diseño inicial, era suaceño, de iraca blanca, tafilete de cuero y cinta tejida en el mismo material, hoy en uso, pero que paulatinamente esta siendo reemplazado por el de pindo, de cintas trenzadas y posteriormente cosido a máquina, con tafilete de hule o cordobán y cinta de falla en color negro. Está muy en boga un modelo creado por artesanos de Palermo, cuya copa cilíndrica tiene en la parte superior unas ondulaciones concéntricas y un espacio adaptado como guía, para facilitar su agarre en las posiciones que impone la coreográfía, por ejemplo en el momento de recoger el sombrero, luego de la figura denominada el arrastre del ala.

LA CAMISA, tomó como referencia algunas fotografías de principios del siglo XX. De cuello abierto y sin puntas, para facilitar el uso del pañuelo raboegallo. abotonadura central, manga larga, ancha y de puño sencillo, tiene pechera con pliegues finos, arandela angosta que la bordea, si bien puede pueden aplicarse, cintas, millarés o randas, trenzados en hilos metálicos y bordados, con una gran libertad creativa para los confeccionistas. Los colores usuales son el blanco o el crudo, en algodón de limpieza impecable.



EL PAÑUELO RABOEGALLO, de forma triangular en satén de color rojo, cuyas utilidades iniciales, eran proteger la nuca de los rayos solares y el cuello de la camisa contra el sudor en el laboreo de las tareas del agro, o envolver el avío para la segundilla, se ata mediante un anillo de oro regalado por la mujer amada, con un nudo especial que asegura la joya, o lo enlazan en nudo sencillo, los no comprometidos. Ha aumentado paulatinamente su tamaño para permitir las enrolladas de cintura, y el manejo de los giros de la bailarina en la arrodillada, o los hamaqueos en la salida final.



EL CINTURÓN, de tres hebillas, elaborado en doble capa de cuero grueso, en color natural o café, bordado en tres hilos de cañamo blanco o de color, con trazados ornamentales de la tradición de los talabarteros huilenses, tiene entre 10 y 12 centímetros de ancho. Está dotado de faltriqueras con tapa y broche para guardar la calderilla o moneda suelta, y correas con hebilla, sobre el lado izquierdo, destinadas a atar la chapuza o vaina tricolor en que se carga el machete o peinilla, o la navaja de trabajo. Originalmente, fue usado por los ganaderos, y pesadores en las haciendas, para protegerse en los esfuerzos al alzar cargas muy pesadas o evitar heridas con la cornamenta de las reses. Existen modelos más complicados en su apariencia, por ejemplo aquellos que usan una zona central con tres hebillas a cada lado, que une los dos extremos del cinturón, pero la norma aconsejable es la de la sencillez.



EL PONCHO.- En sus orígenes pariente de la ruana, en tierra caliente más pequeño, de tejido con trama y urdimbre gruesa de fondo blanco, crudo o azul celeste, de un solo tono o entretejidos algunos hilos o franjas de color, flecos sacados de la misma fibra con unos seis centímetros de largo, en el vestuario de los bailarines y hacendados, se hace cada vez más lujoso, en ocasiones bordado con emblemas, escudos locales, o temas equinos y ganaderos. Vestido debe llegar a unos 10 centímetros por debajo de la pretina del pantalón. Doblado, se usa sobre el hombro izquierdo y durante el baile, los parejos más expertos, lo cuelgan del cinturón, sobre la cara frontal del muslo izquierdo.



EL PANTALÓN, de prenses en la cintura, liso o con sobrebota, en colores blanco, crudo, o mas usualmente en telas negra café, o preferentemente rayas amplias de los mismos colores, en dril samacá.

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